Ensueño



Ensueño
(08/07/2010)

Sumido en el mundo interior
contemplo sombras e imágenes,
veo almas y veo cuerpos,
veo el mundo invisible.

Me veo a mí dormido,
desnudo y poderoso,
afrontando mis realidades
sin temor e ilusionado,
bajo la bóveda del alma
que me envuelve con su calor.

Me pesan los párpados
y no puedo contener el sopor,
el pensamiento se me inclina
grávidamente, hacia la tierra,
hacia la madre que todo lo da
sin esperar nada a cambio.

No puedo soportarlo más,
me estoy durmiendo todo,
mientras contemplo el brillo de la luna
en mis pensamientos,
¿o ya son sueños?
Ese navegar entre el consciente y
la nada eterna que me acecha,
devolviendo lo vivido,
el recuerdo que me pone en el pasado,
ese ayer inmediato que se une,
inexorablemente,
con el tiempo remoto de la niñez.

Recuerdos de culpa, de amenaza,
de pecado y perdón ligero,
de estrechas normas para un niño
con miedo, con mucho miedo.
Temor que forjó su frágil coraza
para protegerse del otro,
del oscuro enemigo sin nombre,
sin cara y sin alma.

Ya estoy sumido en el ignoto mundo
de las sombras y las verdades,
ya contemplo tu alma en la mía
reposando en mis pensamientos,
livianas nubes de algodón azul
que nacen y se funden en un suspiro.
Sombras que se mueven y una luz brilla,
en el fondo del escenario de mi mente,
ya libre del mundo de la vigilia.
Las almas gemelas se manifiestan
puras, sin ocultas intenciones.
Almas que me guían,
que me enseñan a superar el miedo
impregnado en mi inconsciente
desde la edad temprana.

No quiero despertar.
La vuelta no es grata,
la lucha es desigual y me pesa
como el dolor sin alivio,
como un pensamiento cruel,
como un deseo sin destino.

En lo profundo puedo ser,
no necesito el hacer para demostrar
ni estoy abrumado por el ego,
el maldito ego que todo lo mata
cuando esquiva el perdón propio y ajeno.
En lo íntimo me valoro justamente,
en lo que soy y quiero ser,
evitando la artificial impostura
y mirándome a los ojos,
con la lágrima siempre a punto
y la sonrisa también.

He vuelto a la realidad,
los sentidos me abruman
con tanta información a procesar.
 Oigo todos los sonidos,
hasta el eco del pulso vital,
pero no me puedo aislar
y no me paro a distinguir.
La luz me deslumbra,
ahora quiero cerrar lo ojos
y volverlos hacia mi interior,
pero no me paro a distinguir.
La piel, erizado el vello,
me dice que el aire vibra,
me dice que existe la suavidad,
pero no me paro a distinguir.
Los aromas me inundan,
se mezclan en mi interior
en una vorágine de texturas,
pero no me paro a distinguir.
¿Qué sabor tiene el despertar?
 Puedo decir que no es dulce,
que es un sabor neutro y expectante,
pero no me paro a distinguir.

Debo aislarme de los sentidos,
como ocurre en el sueño profundo,
para conectar con el ser interior
y seguir siendo yo.
Sólo yo.
Yo.
Solo.
Yo.
Definitivamente yo


..ooOoo..